Happy Sunday!
This week on Monday the church celebrates the feast of St. Padre Pio. I recently finished a biography of him called “Man of Hope” by Renzo Allegri. While I’ve often heard about Padre Pio this was the first time I actually read a book about him. His life was one of great and varied suffering, but also of joy and hope. He bore the stigmata, that is, the five wounds of Jesus, on his body for 50 years. They disappeared three days before he died.
The wounds would often bleed and would be physically painful. In addition to the physical pain of the wounds, they also caused scrutiny from skeptics. Twice, Padre Pio was silenced by the Vatican and made to refrain from contact with anyone outside his monastery. The first time this happened Padre Pio couldn’t leave the monastery for a few years. His example in the midst of this trial was one of humble obedience. He always accepted without complaint the censures imposed upon him.
We think of in our own day the desire to assert one’s rights. However, Padre Pio, under the vow of obedience humbly submitted to this unjust treatment. Because he did this, we have one more saint in heaven. God is never defeated when we offer ourselves freely to Holy Mother Church. May Padre Pio intercede for us!
Have a great week and know of my prayers!
¡Feliz domingo!
El lunes de esta semana la iglesia celebra la fiesta del Santo Padre Pío. Hace poco terminé una biografía suya titulada “El hombre de la esperanza” de Renzo Allegri. Aunque había oído hablar del Padre Pío a menudo, esta fue la primera vez que leí un libro sobre él. Su vida fue una de grandes y variados sufrimientos, pero también de alegría y esperanza. Llevó los estigmas, es decir, las cinco heridas de Jesús, en su cuerpo durante 50 años. Desaparecieron tres días antes de morir.
Las heridas sangraban a menudo y eran físicamente dolorosas. Además del dolor físico de las heridas, también provocaron el escrutinio de los escépticos. El Padre Pío fue silenciado dos veces por el Vaticano y se le obligó a abstenerse de tener contacto con nadie fuera de su monasterio. La primera vez que esto sucedió, el Padre Pío no pudo salir del monasterio durante unos años. Su ejemplo, en medio de esta prueba, fue el de la humilde obediencia. Él siempre aceptó, sin quejarse, las censuras que le fueron impuestas.
Pensamos, en nuestros días, en el deseo de hacer valer los propios derechos. Sin embargo, el Padre Pío, bajo el voto de obediencia, se sometió humildemente a este trato injusto. Por eso tenemos un santo más en el cielo. Dios nunca es derrotado cuando nos ofrecemos libremente a la Santa Madre Iglesia. ¡Que el Padre Pío interceda por nosotros!
¡Que tengan una buena semana y sepan de mis oraciones!
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